Si piensas viajar a Irán, es muy posible que Teherán se convierta en tu puerta de entrada al país. A pesar de ser menos espectacular que Isfahán, Shiraz o Persépolis, la capital del país también tiene sus encantos, algunos de los cuales trataré de exponer en este artículo.
Posiblemente el lugar que más me sorprendió de Teherán fue el Gran Bazar. Algunas fuentes lo consideran el bazar más grande del mundo; si bien no lo he comprobado con exactitud, os puedo asegurar que resulta realmente fácil desorientarse en su interior.
Hay zonas con distintos niveles, zonas con estrechas y laberínticas callejuelas y, además, está siempre abarrotado de gente… sin duda, un lugar ideal para perder el rumbo y dejarse llevar por los olores y los colores. A diferencia de otros grandes bazares del mundo, como el de Estambul, el de Jerusalén o el de Marrakech, este bazar no es para nada turístico. Aquí viene la gente local a hacer sus compras y para el extranjero la experiencia es bastante agradable, ya que no están los vendedores de turno insistiendo para que uno compre o tratando de negociar insistentemente si uno se interesa por algún artículo. Tiene secciones dedicadas en exclusiva a las archiconocidas alfombras persas, igual que otras para bisutería, oro, ropa o papel, por nombras unas cuantas.
Una joya que encontré dentro de este bazar fue la tetería Haj Ali Darvish, considerada la más pequeña del mundo -y una de las más antiguas de todo Irán-. Encontrarla en el laberinto del bazar es un reto que propongo a los lectores que vayan a visitar Teherán.
Otro lugar que me agradó mucho -y al que se puede caminar desde el Gran Bazar- fue el Palacio de Golestán. Se trata de un complejo palaciego de la dinastía Kayar que estuvo en uso hasta 1925. Hoy en día se considera Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Además de edificios que datan de muy distintas fechas, en su interior se puede contemplar un …continua el viaje