En el punto más meridional de la península ibérica se esconde esta peculiar población, cargada de historia, de tradición, de arte y de vida, la ciudad de Tarifa. A sólo 14 km de Marruecos –generalmente se divisan sus costas con mucha claridad–, Tarifa es un paraíso natural y la meca del windsurf y del kitesurf en Europa. Su nombre proviene del árabe, Al Yazirat Tarif, la Isla de Tarif.
Por su ubicación en pleno estrecho de Gibraltar, entre el Mediterráneo y el Atlántico, Tarifa es frecuente conocida como “la ciudad entre dos mares”. Sin embargo, los tarifeños suelen dar otra explicación más graciosa al porqué de tal expresión: “Tarifa, ciudad entre dos mares: la mare que parió al Levante y la mare que parió al Poniente”. Levante y Poniente son los dos vientos predominantes en el Estrecho de Gibraltar y uno u otro soplan aquí prácticamente cada día del año.
Pero gracias al viento el turismo es uno de los principales motores económicos de Tarifa. Miles de amantes de los deportes de vela visitan la ciudad en todas épocas del año –sobre todo en verano–, aportando un ambiente muy especial a la ciudad. Así que, amigo viajero, nunca olvides poner en tu macuto un buen cortavientos o abrigo para tu visita a Tarifa, porque es casi seguro que lo necesitarás –las noches de verano pueden ser sorprendentemente frescas–. La probabilidad de que tu visita a Tarifa se vea salpicada por fuertes soplidos de Eolo es muy elevada.
Aunque no sólo de viento vive Tarifa. Su privilegiada ubicación, sus parques naturales, sus playas vírgenes y sus rincones secretos hacen que Tarifa y sus alrededores tengan muchísimo que ofrecer al visitante. Merece la pena perderse en sus estrechas y empedradas calles de casas blancas. Además, Tarifa cuenta con dos castillos, el de Santa Catalina y el de Guzmán el Bueno, desde el cual, según la leyenda, el propio noble lanzó un cuchillo para que mataran con él a su hijo antes que sucumbir al chantaje que le hacían los sitiadores.
Tarifa tiene dos playas principales. La más grande se llama Playa de los Lances, en la parte atlántica de la ciudad. Es una playa extensa y fácilmente reconocible por los cientos de cometas y velas que generalmente la pueblan. La otra playa, más recóndita y protegida del viento, es Playa Chica, ubicada en el istmo de la Isla de Tarifa, frente al casco antiguo de la ciudad y a pies del castillo de Santa Catalina.
De cualquier forma, las mejores playas se encuentran a continuación de la playa de Los Lances, ascendiendo por el litoral atlántico: entre Tarifa y Cádiz hay cientos de playas espectaculares y algunas hasta vírgenes. Algunos ejemplos, subiendo desde Tarifa hasta Cádiz, son Punta Paloma y Valdevaqueros, con un ambiente extraordinariamente deportivo; Bolonia, con sus restos romanos, su impresionante duna de arena que cubre parcialmente un pinar y sus magníficas vistas del litoral africano; El Cañuelo, una joya virgen escondida a espaldas del Cabo Camarinal; las exclusivas cala de los Alemanes y la playa de Atlanterra, en Zahara de los Atunes, de aguas sumamente cristalinas; las interminables pistas de El Palmar y La Barrosa; el ambientazo de Conil; los secretos escondidos de Roche y sus pequeñas calas; el Castillo de Sancti Petri en Camposoto; la playa de la Victoria en Cádiz, considerada una de las mejores playas urbanas del mundo, y la mítica y entrañable Caleta, la playa por excelencia de los gaditanos. Además hay muchos apartamentos en Tarifa donde os podréis quedar a buen precio.
Si visitas el litoral gaditano de marzo a julio no olvides probar el delicioso atún de la Almadraba, sobre todo en Barbate y alrededores. Cualquier pescado en general será fresco y bueno; en Cádiz capital lo más típico es el “pescaíto frito”.
En definitiva, sol y viento, gastronomía y cultura, salud y deporte van de la mano en esta mágica tierra, que enamora a los visitantes no sólo por sus paisajes, sino sobre todo por su gente.