Acabo de pasar una semana en Mallorca y mi primer pensamiento después del viaje ha sido: «¿Por qué me fui el año pasado de viaje al Caribe cuando tenemos algo mejor en España?»
Playas y calas en Mallorca
Mallorca es una isla impresionante que lo tiene todo: playas espectaculares de aguas turquesas y cristalinas, montañas preciosas (Sierra de la Tramontana), una comida para chuparse los dedos y una infraestructura apabullante -es el sitio del mundo con mayor índice de plazas hoteleras por habitante, lo cual puede resultar positivo y negativo a la vez.
La isla es un destino perfecto tanto para vacaciones calmadas como para turismo activo. Uno puede relajarse tranquilamente en cualquiera de las calas escondidas que tiene la isla. Existen calas orientadas en todas las direcciones (norte/sur/este/oeste), así que nuestra recomendación es decidir la cala de destino en función de la dirección del viento en ese día. Una de nuestras calas favoritas fue la Cala Figuera, situada de camino al espectacular Cabo de Formentor, en la esquina nororiental de la isla. Como en toda buena cala que se aprecie, el único acceso posible es a pie.
Otro lugar para encontrar tranquilidad y armonía pueden ser cualquiera de sus pueblos del interior o de la montaña. Me sorprendió especialmente la belleza de Valldemossa.
A tan sólo 20 minutos de Palma de Mallorca, este pequeño pueblo de 2000 habitantes cautivará sin duda al visitante con sus calles empinadas y estrechas, dignas de postal. Su atracción principal es la Cartuja, donde se alojó durante un tiempo el famoso compositor Frédéric Chopin. George Sand dijo de Valldemossa que «todo cuanto puedan soñar el pintor o el poeta, lo ha creado la naturaleza en este lugar». Deia es otro pueblo que merece mucho la pena.
Pero no todo es calma y relax en Mallorca. La combinación de playa y montaña unidas al buen clima de la isla durante la mayor parte del año hacen que prácticamente cualquier tipo de actividad «outdoor» sea posible. Así que no es de extrañar que Mallorca sea un destino muy atractivo para los amantes del turismo activo, ofreciendo una gran variedad de posibilidades, como ciclismo, buceo, parapente, kitesurfing, escalada, ala delta, kayak, etc... Así que mucho cuidado a la hora de conducir: las carreteras están siempre llenas de ciclistas.
La gastronomía en Mallorca
La gastronomía es otro punto fuerte de Mallorca y que sin duda llamó mi atención durante este viaje. Al tratarse de una isla, uno se hace una idea de la cantidad y la calidad del marisco y del pescado que podemos encontrar en cualquier parte. Recuerdo haber comido langostas que estaban completamente vivas a la hora de hacerlas a la plancha, o pulpos de un sabor extraordinario.
Pero, además, Mallorca cuenta -gracias a su clima suave- con una gran variedad de hortalizas y legumbres, que se utilizan con orgullo en muchos restaurantes: ajo, tomate, berenjena, pimiento, patatas, alcachofas, habas, cebollas…
Por último, hay que hacer una reseña especial al aceite de oliva y al vino autóctonos, que también me han sorprendido gratamente. Hay todo un mundo de posibilidades más allá de las archiconocidas cocas, ensaimadas y sobrasada mallorquina.
Palma de Mallorca, la capital de Mallorca.
Finalmente, no quiero cerrar este artículo sin dejar de hacer una mención para Palma, la capital. Mi idea inicial era evitarla, pues siempre me gusta escapar de los sitios grandes y acudir rápidamente a los remotos. Finalmente pasé dos noches en Palma y me supieron a poco. Se trata de una ciudad vibrante, activa y llena de vida e historia. Si se dispone de poco tiempo, recomendamos la visita al Castillo de Bellver para disfrutar de unas preciosas vistas panorámicas de la ciudad (gratuito los domingos). La Catedral de Palma -conocida como La Seu- es absolutamente obligatoria. De estilo gótico levantino, esta impresionante obra a pie de la Bahía de Palma se inició en 1229 y se terminó en 1346. Sus 44m de bóveda y su rosetón dejarán boquiabiertos a cualquiera que la visite por primera vez.
Como para el resto del Mediterráneo, desde nuestro blog de viajes recomendamos viajar a Mallorca en los meses de mayo u octubre. Evitar junio, julio y agosto nos hará evitar uno de los mayores inconvenientes de esta preciosa isla, la saturación: en temporada alta Mallorca pasa de tener medio millón de personas a tener un millón y medio. Por supuesto que julio y agosto son los mejores meses para bañarse y bucear en sus increíbles playas, pero Mallorca tiene mucho más que ofreceros.
En mayo y octubre las temperaturas son muy agradables, así que puede disfrutarse perfectamente de la playa; además, muchos hoteles y agencias todavía consideran estos meses como de temporada baja, así que los precios son mucho más asequibles y la posibilidad de encontrar plazas es mucho mayor. Feliz viaje!
También podéis conocer la tranquilidad de Menorca en Otoño.
Como siempre, las fotos y los artículos de nuestro blog de viajes son propias. En esta ocasión de nuestro viajero expatriado Gonzalo Suardíaz.
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